miércoles, 14 de agosto de 2013

Lo peor, lo hice

Como mamá tengo reglas muy específicas para mí misma, como por ejemplo el Little Monster siempre irá en el asiento de atrás vaya con quién vaya y en su sillita. Podrá comer galletas y tomar su leche siempre que vaya en la sillita y ni de chiste irá jamás en el asiento del conductor.

Hace dos días rompí todas las reglas y fui la peor madre del mundo (en mis parámetros), pero dejen explico el por qué. Pretendí regresar temprano y rápido a mi casa porque había fiesta del pueblo y la mayor parte estaba cerrado por lo que sólo había un camino de entrada y de salida, de ahí en fuera cualquier camino era de mi desconocimiento.

Pues emprendí la aventura temprano del regreso a casa, un trayecto que a lo mucho me toma 45 minutos (con tránsito pesado) lo hice en cerca de dos horas y todo porque el único camino que existía decidieron cerrarlo porque estaban festejando aquellos a los que les correspondía ser los próximos mayordomos del santo del pueblo. Entonces decidí ser chingona y llamé a mi marido para que me diera un camino alterno, les voy a resumir que me perdí cerca de una hora 45 minutos con un Little Monster enfermo de gripe, que fallecía de hambre y sueño, por que ese tiempo fue acompañado de gritos desgarradores, los cuales me dolían más cada segundo porque estaba enfermo de la garganta y cada grito lo lastimaba más.

Terminé en una fila larguísima para ingresar al camino a casa, que iba muy lento y que me tomaría quizá otra media hora para llegar, entonces me cansé, me harté de escuchar a mi mounstrito llorar, así que lo saqué de la sillita de bebé y lo senté en el lugar del copiloto, el llanto cesó y él era extremadamente feliz porque iba adelante y el auto se movía.

El problema reinició cuando nos cambiaron de camino y un policía me regañó por llevarlo al frente a lo que respondí "lleva casi dos horas llorando, tiene sueño y hambre, si quiere le doy las llaves de mi coche y lléveme a casa" a lo que el oficial respondió "vaya con cuidado". Unos metros más adelante el tránsito volvió a ser lento y lo que el pequeño hizo fue levantarse del asiento pararse sobre mí y recargar su cabeza en mi hombro para dormir.

Ya está por demás decirles que infringí todas las reglas que me puse sobre el monstruo y el auto, pero el llegar con el técnicamente cargado fue la cereza de la quebrantación, pero me lo permití y me lo perdoné porque mi niño moría de resfriado, así que por esta ocasión me lo permití, pero espero que no vuelva a suceder, porque en esto de ser madre los NUNCAS mueren cada cuarto de hora..

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