jueves, 7 de marzo de 2013

A mí no me feliciten... a mí leánme...

¡Feliz día de la mujer! ¡Felicidades! ¡Qué padre hoy es día de la mujer! son sólo algunas de las frases que se escucharán mañana en los pasillos de cualquier lugar, pero a mí no me vengan con una felicitación, porque no es mi cumpleaños, ni creo que merezca un reconocimiento especial por ser mujer; lo que las mujeres necesitamos es igualdad de derechos y respeto. No un ¡felicidades! salido de la boca de un hipócrita misógino que en su casa le mienta la madre a su mujer (perdón me exalte).

El 8 de marzo no se festeja nada, se conmemora la muerte de 140 mujeres trabajadoras que fallecieron en una fábrica en Nueva York, quienes lucharon por alcanzar sus derechos pero no los obtuvieron; detrás de este día hay una larga lista de mujeres que con uñas y dientes pelearon por su igualdad de género, por un sitio justo en la sociedad y por tener derechos como los han tenido los hombres y lo cierto es que hemos avanzado gracias a ella.

Asimismo, es un día para recordar que la violencia contra la mujer no ha terminado, siguen existiendo mujeres maltratadas y niñas,  aún hay culturas en que las mujeres somos un mueble más, y digo somos porque me duele como si estuviera ahí sintiendo los golpes y humillaciones que ellas viven, porque lamentablemente no tienen voz para exigir, pero tampoco la buscan en su voluntad. ¿Necesitamos cambiar nuestro mundo?, sí todavía le falta mucho.

¿En qué mundo van a crecer los niños del mañana? Yo espero que sea uno, en el que una mujer se quede en su casa porque así lo decidió ella, no porque "su marido la sacó de trabajar" (como si eso fuera un premio), donde la mujer que trabaja y se encarga de que sus hijos reciban un excelente educación sea motivo de felicitación, un mundo donde una madre soltera no sea vista con malos ojos, sino con orgullo; un mundo donde ser mujer no requiera de una felicitación por serlo, sino que reciba sus derechos por lo mucho que trabaja, por el esfuerzo que hace cada día para mejorar su vida y la de aquellos que están cerca de ella.

No quisiera volver a escuchar el comentario "cásate con una mujer de casa, de esas que planchan, cocinan y te atienden", sino escuchar "cásate con una mujer que te amé, te valoré y que esté a tu altura con las mismas capacidades para salir adelante".

Les dejó una rosa negra porque el 8 de marzo yo estoy de luto y conmemoro a aquellas mujeres que lucharon para que hoy yo pueda estar aquí escribiendo con libertad y mucha voluntad.


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